CUANDO NACIO LUCIA
Esta es la historia de “Cuando nació Lucía”, una niñita preciosa que cambio nuestras vidas. Llego en el momento más inoportuno ¡ó! oportuno no sabría qué decir, pero ha sido un regalo que nos ha mandado el destino.
UNA NOCHE BLANCA
Cuando nació Lucía, el día era frío y desapacible, nevaba y llovía al mismo tiempo, era un 12 de Febrero cuando recibimos una llamada de teléfono de su madre diciéndonos que la niña ya estaba en camino.
Nos pusimos en marcha hacía Granada, una bonita ciudad en la que nacería. La carretera no estaba en muy óptimas condiciones, pero yo quería estar allí cuando viniera al mundo. Nos habían dicho sus padres, que el parto iba para largo, que por lo menos 24 horas hasta que Lucía pudiera ver la luz del Sol. Pero yo estaba segura de que no, yo también había pasado por lo mismo con su madre y en poco tiempo nació mi hija. Mi marido pensó que llevaban razón y que no deberíamos ponernos en camino hasta el día siguiente, como nos habían recomendado, pero me vio con el fastidio que me quede que al final nos pusimos en marcha, el rezongando y yo segura de hacer lo correcto si queríamos verla nacer. Por el camino le comente, “Lucia no va a esperar 24 horas para conocernos, antes de las 3 de la mañana nacerá igual que su madre”. Curiosa coincidencia su mama nació también una noche de viernes a sábado a las 3 y media de la madrugada.
La carretera no estaba demasiado mal así pues nos animamos a lo largo del camino pensando que no tendríamos ningún problema. Ya llevábamos casi medio camino cuando comenzamos a leer en los luminosos de la carretera las indicaciones y las precauciones que nos recomendaban tomar, pues la carretera por la que teníamos que pasar al parecer tenía problemas de nieve.
¡Pues si! Al final nos pillo la nieve. Un temporal de nieve copiosa y abundante nos sorprendió a unos cincuenta kilómetros de Granada. La angustia nos invadió a mí y a mi marido, ya no solo por lo mal que se transitaba y lo peligroso que era, sino también por la impaciencia de llegar a Granada y estando a tan pocos kilómetros no poder hacerlo. Pero algún coche siempre atrevido se arriesgaba y uno de los que paso nos fue abriendo camino, nos colocamos detrás de él y así pasamos aquel tramo tan desagradable y peligroso.
Ya veíamos Granada al alcance de la mano, mi corazón latía con fuerza y la impaciencia iba ganándome terreno, aunque pretendiera mantenerme tranquila.
Una llamada de teléfono sonó en ese momento en que entrabamos a la circunvalación de la ciudad, era el padre de Lucia que nos decía como iba su nacimiento y que no nos preocupáramos que todo iba bien y como les habían dicho despacio. Yo seguía queriendo llegar lo antes posible.
Ya estábamos cerca del hospital, ¡pero ahí por Dios! Nos equivocamos nos imaginamos que estaría luchando por nacer en la maternidad y no era así. El empleado de la maternidad que nos atendió fue sumamente amable y nos consiguió averiguar dónde estaba dando a luz la mama de Lucia a esta.
Nos apresuramos a ir para donde nos había dicho el amable empleado, con una serie de contratiempos mas que no voy a relatar, pero que nos hicieron atrasar mas el momento de entrar en el Hospital Clínico que era donde debíamos de ir.
Por fin, allí estábamos ya subiendo a la planta donde nos habían indicado estaba el paritorio. Había mucha gente pero no vimos ninguna cara conocida que nos pudiera dar información de cómo iba el proceso. Después de un largo rato, se nos ocurrió preguntar a una enfermera que vimos entrar.
-.Somos los padres de Cristina y venimos desde lejos a ver nacer a nuestra nieta quiere hacernos el favor de decirle a nuestra hija que ya hemos llegado. Dele un beso de nuestra parte.-
La señorita muy amable nos dijo que en cuanto pudiera se enteraría de cómo estaba Cristina y nos lo diría. Después de un rato salió para decirnos:
-.En un momento saldrá el marido de su hija para decirles como va todo.-
Que impaciencia que teníamos, no sabíamos si estar de pie o sentados, si andar o estar quietos, si hablar o callados. Que larga espera.
Al cabo de un rato que se nos hizo interminable, vimos a Robert salir y dirigirse hacia nosotros.
-¿Como esta Cristina? ¿Cómo va todo?.
Su sonrisa nos lo dijo todo. ¡Ya había nacido Lucia!
-¡Ya!... Nos dijo solo eso, pero me abrace a mi marido luego a él y mis lágrimas comenzaron a salir a trompicones en la inmensa alegría que me invadió.
¡Lucia!... Lucia ya había llegado y nosotros también a tiempo de estar allí en el momento en que vio la luz o la noche blanca de su nacimiento.
Esta pequeña Princesa, supo elegir el momento, para que sus abuelos pudieran llegar a verla nacer. Una hermosa noche nevada pero llena de alegría y esperanza en nuestras vidas.